El sistema visceral se encuentra suspendido en nuestro interior a través de un sistema de fascias y ligamentos que tienen por continuidad y zonas de inserción una relación directa con la biomecánica corporal, y es ahí dónde puede actuar la fisioterapia visceral.
Como bien sabéis, la fascia es continua en todo el cuerpo, desde debajo de la piel hasta envolver los órganos más profundos, por ello cualquier disfunción en cualquier nivel puede generarnos alteraciones a distancia.
Uno de los ligamentos que sostienen el estómago por ejemplo es el ligamento gastrofrénico, que se une al diafragma a nivel del cardias. Generar tensión a nivel diafragmático (estrés, nerviosismo, posturas muy cerradas en la cadena anterior) pueden generar tensión en este ligamento y a la larga generar dolor a punta de dedo en la zona del epigastrio. Con la fisioterapia visceral podemos trabajar esta región para liberar la tensión generada en esa zona y que la sintomatología del paciente mejore.
La alteración en la microbiota puede generar sensación de inflamación abdominal, distensión e incluso dolor. Esta distensión recurrente puede generar la activación de puntos gatillos miofasciales en la musculatura abdominal que aumenten esa sensación dolorosa y perpetúe las molestias del paciente.
La pelvis está envuelta por la fascia iliaca, y a su vez uno de los ligamentos que suspende el útero se inserta en el sacro (ligamento sacrouterino). Por ello en mujeres que cursan con mucha inflamación y congestión pélvica durante la menstruación no es extraño que describan molestias en la región lumbopélvica durante los días en lo que están menstruando.
Todos estos ejemplos son buenos recursos para visibilizar la fisioterapia visceral como una técnica más dentro de nuestro campo y no como algo esotérico.
¿Cómo puede la fisioterapia visceral tratar estos problemas?
Lo primero y más importante cuando hablo de sistema visceral SIEMPRE me refiero a las conexiones biomecánicas del mismo.
Podemos trabajar sobre la musculatura que infiere sobre algunos órganos como por ejemplo la relación intensa y directa del psoas con los riñones y vías urinarias altas.
El estreñimiento puede verse aliviado por la descongestión de la pelvis, o pacientes con dolores epigástricos pueden beneficiarse de técnicas específicas para el diafragma.
¿Con la terapia visceral tratamos las vísceras como tal?
La respuesta clara y contundente es no.
Las relaciones entre las vísceras del cuerpo y el sistema musculoesquelético van más allá del sistema fascial y los ligamentos que los mantienen suspendidos en nuestra cavidad abdominal.
A través de los dermatomas y miotomas, el sistema nervioso inerva regiones que pueden irradiar el dolor y referirlo a zonas aparentemente desconectadas.
En resumen, a través de la fisioterapia visceral gracias a la terapia manual podemos mejorar mucho la vida de los pacientes ya que al normalizar el tejido, se puede llegar a normalizar el funcionamiento visceral que se ha visto perjudicado por una determinada disfunción.